En la reciente boda de Victoria de Suecia y Daniel Westling, una Infanta de España ha impuesto estilo en toda Europa, algo insólito desde la envidiada etiqueta de la Corte isabelina.
Con la elegancia que sólo otorga el nacimiento hidalgo y la Grandeza de España, Su Alteza Real Doña Elena María Isabel Dominica de Silos, Infanta de España y Duquesa de Lugo lució un modelo de Lorenzo Caprile inspirado en el traje taurino goyesco.
Ya había epatado con su abrigo «rosa capote» en la boda de Federico de Dinamarca y Mary Donaldson hace un tiempo, pero esta vez se ha superado. El impresionante vestido rosa con corte a la cadera se completaba con una magnífica «torera» recamada de avalorios, con dos hombreras con alamares fucsia y tocada con una redecilla con madroñeras, propia de una maja.
La estampa de la última Infanta de España, junto a su hermana Doña Cristina, educada a la vieja usanza, haciendo homenaje a la Fiesta Nacional no tiene parangón. Al margen de ser o no antitaurino la estampa no pudo ser más estética en el sentido filosófico.
Está claro que en asuntos de Realeza no hay otros como los «profesionales» de ella.