La percepción de la infidelidad está experimentando una transformación significativa, desafiando tabúes y tradiciones profundamente arraigadas. Así lo expone el informe más reciente de Ashley Madison, la plataforma líder en relaciones discretas, titulado, “La infidelidad al descubierto: El alejamiento de la vergüenza y el futuro del perdón”, que explora cómo las relaciones modernas se alejan de los rígidos esquemas monógamos hacia un enfoque más abierto y comprensivo.
Monogamia en declive: ¿Un modelo desfasado?
De acuerdo con los datos, solo el 51 % de los españoles se identifica plenamente como monógamo, evidenciando un distanciamiento de los modelos relacionales tradicionales. Este cambio refleja una mayor disposición a buscar nuevas formas de conexión emocional y sexual, incluso fuera de la pareja estable. Como señala Lara Ferreiro, Psicóloga y experta en terapia de parejas: “El modelo monógamo encorsetado ya no funciona para muchas personas. La infidelidad, en lugar de ser un motivo de ruptura, se ve como una forma de complementar las necesidades insatisfechas y disfrutar de la sexualidad sin culpa”.
Infidelidad: Un comportamiento menos género-dependiente de lo que se piensa
El informe revela que el 18 % de los adultos españoles admite haber sido infiel. Aunque persiste el estigma de que los hombres son más infieles, el informe demuestra que la diferencia entre géneros es menor de lo esperado: las mujeres están liderando un cambio; el 15 % de las mujeres españolas admite haber sido infiel, una cifra que, aunque ligeramente inferior al 21 % de los hombres, evidencia un cambio cultural. Ferreiro lo describe como una «Revolución Sexual»: “Las mujeres están dejando atrás siglos de machismo, reivindicando sus orgasmos y explorando su sexualidad sin culpa. Una aventura no siempre implica el fin de una relación, sino una forma de satisfacer deseos postergados”.
La complejidad de la tolerancia: El perdón y el tabú
Aunque el 27 % de los españoles afirma estar dispuesto a perdonar una infidelidad, España sigue siendo uno de los países menos proclives a hacerlo, principalmente por factores culturales como el miedo al “qué dirán”. Ferreiro señala:
«Somos una sociedad marcada por la vergüenza y el resentimiento, especialmente cuando la infidelidad se hace pública. Muchas personas podrían perdonar si nadie más se enterara.» El informe también destaca diferencias de género: las mujeres son menos propensas a perdonar que los hombres (23 % frente a 30 %). Ferreiro explica:
«Las mujeres suelen sentir una traición más profunda, debido al peso emocional y las responsabilidades que asumen en las relaciones. Además, su sexualidad y necesidades históricamente han sido menos reconocidas, lo que refuerza su decisión de priorizar su bienestar.» Además, estudios previos de Ashley Madison han mostrado que el 92 % de las mujeres experimenta críticas más severas que los hombres tras una ruptura matrimonial, evidenciando una disparidad cultural persistente
Motivaciones para ser infiel: más allá de lo evidente
El informe desvela que el deseo de probar algo diferente es el principal motor detrás de la infidelidad (29 %), seguido de la búsqueda de atención y cariño (21 %) y el aumento de la autoestima (18 %). Curiosamente, pocas personas mencionan haber dejado de estar enamoradas como motivo, lo que refuerza la idea de la infidelidad como un complemento más que una amenaza para la relación. “Solo el 3 % de los mamíferos son monógamos, pero nuestra cultura insiste en imponer un modelo antinatural para el ser humano. Es hora de abrir el debate y adaptarnos a la realidad de nuestras necesidades”, afirma Ferreiro.
¿Qué depara el futuro? Un nuevo paradigma relacional
El informe de Ashley Madison sugiere que estamos al borde de un cambio cultural. Cada vez más personas entienden la infidelidad no como el fin de una relación, sino como una parte de la complejidad humana que, bien gestionada, puede fortalecer los vínculos. Los jóvenes españoles, especialmente de la Generación Z, son líderes en esta transición: el 51 % está abierto a explorar relaciones no monógamas, marcando una ruptura con las actitudes tradicionales.[4]“La infidelidad no tiene por qué ser el final de una relación. Puede abrir un diálogo sincero sobre nuestras necesidades y deseos, fomentando vínculos más auténticos y humanos.” – concluye Ferreiro