¡Ya está aquí Nochevieja!

 

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La noche más mágica del año se acerca. Últimamente yo la paso con amigos, pero mucha gente cena en casa con la familia y luego sale de fiesta. Sea como fuere, es una noche especial.

En esta fecha todos nos ponemos nuestras mejores galas, la abuela su mejor broche de brillantes, mamá un cardado de vértigo y ese capote de visón que recicló del cuello de un gran abrigo, papá saca sus gemelos Montblanc…Es fantástico, toda la casa adquiere un aspecto dorado, será por las velas o por la purpurina de los párpados de la prima de mamá, que no tiene medida en asuto de solimanes.

La mesa, vestida también de gala, con la vajilla de Limoges, que fue regalo de boda; la cubertería de plata de la abuela, con las iniciales de su hermana, que falleció antes de estrenarla…Un centro de mesa con lazos de terciopelo rojo y piñas secas coronan el mantel de hilo.

Toda esta liturgia hace mágico al ambiente, hasta el gato parece que tiene el pelaje más brillante…esto ya se debe a que llevo tres copitas de jerez, y voy a por los martinis…

Dinero bajo cada plato, oro en las copas de cava del brindis final, ropa interior roja, doce uvas en el plato…y comenzamos a engullir tras los cuartos, una campanada tras otra. ¡Feñiz año!

Entonces nos volvemos locos a mandar mensajes de móvil, y nos tiramos a la calle a ver a los amigos, a llegar a la disco de moda, a celebrar el cambio de año, siguiendo los dictados del «nuevo» calendario gregoriano, que sustituyó al juliano, y que divide nuestra eternidad en minutos, días y años…

¡Feñiz año a todos!, Infante Terrible