Alberto Fernández Díaz, presidente del PP de Barcelona, ha conseguido que el Ayuntamiento de la ciudad condal de marcha atrás, no sabemos por qué oscuras presiones, para no erigir el monumento dedicado al colectivo gay ante la Sagrada Familia.
Fernández Díaz ha calificado el monumento de «despropósito» por no ser acorde al sentido común y a la propia ciudad de Barcelona, según ha declarado el homófobo. A pesar de ello Fernández se ha cubierto las espaldas declarando «absoluto respeto a la libertad de cualquier persona en su orientación sexual, pero no es lógico ni necesario que la capital catalana tenga un monumento dedicado a los homosexuales”… Vaya dechado de moralidad es este señor.
Jordi Hereu, alcalde de Barcelona, a pesar de haberse replegado a los deseos homófobos de Fernández tiene la intención de “levantar este monumento para homenajear a un colectivo que luchó por los derechos civiles en momentos muy difíciles, pero en un emplazamiento que no genere debate».
Qué vergüenza que una de las ciudades más cosmopolitas de Europa tenga que someterse a los designios de los homófobos.