Nuestro querido barrio de Chueca se ha convertido en los últimos años en el “Templo del Botellón” (o “botelleo”, como se dice en mi tierra). El barrio paradigma de la modernidad por la tolerancia de sus vecinos, las mejores tiendas y los locales de copas más cool, se ha convertido en un lugar sucio y ruidoso los fines de semana. La causa es el botellón, sobre todo de los gays más jóvenes y de heteros que han venido atraídos por lo tranquilo del barrio; esta es mi experiencia.
Desde el verano pasado, el miércoles es el día del pistoletazo de salida de la marcha en Chueca, pero a la vez comienzan las peleas, los orines y los altavoces portátiles que hacen las noches “insufribles” para vecinos y quienes salimos de una manera cívica.
Este ambiente ha propiciado la llegada de camellos, que según los vecinos, pasan el día bebiendo en las plazas y trapicheando con droga, principalmente hachís. Por desgracia, Chueca se va pareciendo cada vez más a Lavapiés o Embajadores.
También parece que la crisis ha hecho que reaparezcan los chaperos, sobre todo árabes. Pero lo que más preocupa a los comerciantes es la inseguridad creciente y la suciedad que se acumula en las puertas de sus negocios, que reduce su clientela considerablemente.
La solución que está aplicando el Ayuntamiento de Madrid es regar las plazas de Chueca, Vázquez de Mella y Del Rey durante la madrugada. Pero parece poco efectiva, ya que lo único que consigue es cambiar los botellones de sitio.
Por favor chicos, tomaos las copitas en casa o administraos para salir un día por semana de copas por los bares. No echemos a perder un barrio que ha sido ejemplo para toda Europa, y atrae a extranjeros de todo el mundo.