El cancaneo, nombre castizo del british cruising, consiste, por si queda algún alma cándida que no lo sepa, en buscar relaciones sexuales en lugares públicos, de forma anónima. Suele darse en zonas concretas, donde la gente acostumbra a ir: parques, como la zona del Ángel Caído en el Retiro; bosques como La Casa de Campo; baños públicos, como los del la FNAC de Callao y las áreas de descanso de las autopistas, sin olvidarnos de los descampados cercanos a las zonas urbanas.
El caso es que el término “cancaneo” parece venir de “can”, perro, pues las maris con la escusa de sacar el perro a pasear, frecuentaban estos lugares en busca de algo que echarse a la boca. El término cruising aparece de forma estable en los ’70 en EEUU, cómo no, y hacía referencia al bar gay “Booze ‘n’ Cruise”, situado en la mítica Ruta 66 en Nuevo Mexico. La palabra empezó a utilizarse como un código entre gays para charlar sobre este bar si que nadie se percatara.
Pero “nada hay nuevo bajo el sol”, y el cancaneo ya se daba en el Imperio Romano, como nos cuenta Juvenal: “los baños públicos son lugares para encontrar compañeros sexuales; los hombres suelen rascarse la cabeza con un dedo para identificarse ante los demás gays; el distrito de Roma cercano al Tíber es famoso por los marineros que ofrecen favores sexuales».
Yo que no se nada de esto, pero os recomiendo la piscina de Lago en Madrid, sus duchas en concreto; el cauce del Turia en Valencia, a la altura del Palau de la Música; la playa del El Rebollo en Guardamar… pero que conste que me lo han contado.