Habla Chus Vilallonga en el post anterior de “crispación general” en el tema de las relaciones entre gays y heteros. Creo que comenzar diferenciando gays de heteros como si perteneciéramos a dos capítulos diferentes de la Creación es algo irreal y reaccionario. La única diferencia entre unos otros es con quién se acuestan. No hay ninguna diferencia moral, pues si hay gays promiscuos, también hay heteros “puteros”.
Los derechos civiles recién reconocidos al colectivo gay, que hasta los años 80 padeció los “Expedientes de peligrosidad social” (que impedían el acceso al empelo público y atribuían antecedentes penales) derivados de secuelas de la “Ley de vagos y maleantes”, son motivo suficiente para celebrarlo como se quiera. ¿Crees que los judíos no celebraron la constitución del Estado de Israel tras 2000 años de persecución?, pues los gays igual.
“Lo hago porque puedo y porque es mi derecho y si no te gusta te jodes”. Si piensas que un sólo gay va a ejercitar uno de sus derechos con el fin de “joderte”, míratelo con un psiquiatra, puede ser egolatría patológica.
Cuando calificas la manifestación del Orgullo Gay de “locazas descontroladas” has de saber que los gays son hombres, del género masculino, por tanto locos. Y, ¿descontrolados?…puede, llevan siglos controlándose.
“Tus derechos no son tolerancias forzosas para los demás”, bonita frase, no sé si te habrás inspirado en Antifón o en el Anónimo de Yámblico para redactar esta máxima. Con todo, te digo que “los demás” no tienen que tolerar a los gays. Se tolera algo molesto, no una condición sexual innata.