Hoy hace 34 años que falleció el Caudillo de España, Generalísimo de los tres Ejércitos, Francisco Franco Bahamonde. Aún hay nostálgicos y neofranquistas que se han manifestado hoy en recuerdo del dictador.
La convocatoria para recordar a esta figura la ha hecho la Confederación Nacional de Combatientes y la Fundación Francisco Franco, entre otros. Hoy han previsto una misa en el Valle de los caídos, a pesar de que el Gobierno prohibió estas manifestaciones de apoyo al fascismo el pasado mes de septiembre. Además, para mañana han organizado una manifestación en la Plaza de Oriente, lugar del último discurso de Francisco.
El día de su muerte pasaron 40 años de golpe para España, que estaba congelada desde 1939. Los crespones negros que pendían de las banderas preconstitucionales parecían manidos; el águila del escudo nacional, águila de San Juan, usurpada al escudo de los Reyes Católicos y ya siempre relacionada al fascismo, parecía un mirlo viejo. Los entorchados y medallas de los militares de la vieja guardia parecían chatarra.
La viuda del Caudillo, Carmen Polo y Martínez-Valdés, y su hija Carmencita, futura duquesa de Franco y marquesa de Villaverde, se enlutaron de pies a cabeza. Ambas se cubrieron con tocas de grueso crespón negro. Para ellas había muerto su marido y padre, pero también el que ellas creían salvador de la patria frente a los bolcheviques, defensor de la Fe Católica y centinela frente a la presunta conspiración judeomasónica. Lo mismo pensaban el resto de adeptos al régimen.
Nosotros debemos a este régimen la persecución de la homosexualidad, primero con la Ley de Vagos y Maleantes, y después con la Ley de Peligrosidad Social, de 1970. Se calcula que unas cuatro mil personas fueron detenidas en la dictadura y fichadas como homosexuales por la Policía y que quedan unos 70 supervivientes con derecho a una indemnización de 12.000 euros por haber sido encarcelados injustamente.
Hoy, gracias a la mayor información y educación, son pocos los que echan de menos un régimen pragmático, sin derechos fundamentales. Debemos recordar muy bien los errores del pasado para no repetirlos en el futuro.