Esta es una de las frases más comunes de nuestros ex: «Sí, ahora soy más feliz». Sobre todo cuando les hemos dejado definitivamente o como «toque de atención».
Natural, que ahora sean más felices. Probablemente ya les hemos enseñado, durante la relación, cuáles son los buenos restaurantes de la ciudad. Les hemos enseñado a distinguir que el confit no es una parte del pato, sino una forma de cocinarlo; y que si no sabes pronunciar magret puedes decir «pechugas de pato».
Cuando tu pareja era de los que no había tocado un libro, no hacemos milagros y seguro que siguen sin leer, pero al menos decoran su casa con algún tomo de botánica decimonónica, decoración de interiores o grabados japoneses.
Su felicidad sigue en aumento, pues seguro que su estilo para la decoración si era demasiado barroco, étnico…o demasiado a «su estilo», tú le has asesorado y te has pateado mil tiendas para que amuebe su casa con clase. Punto y aparate merece el hecho de que le hayas aficionado al arte. Si antes de conocerte no distinguía una lámina de un altorrelieve…ahora cuelgan de sus paredes óleos, grabados al aguafuerte y técnicas mixtas. Así cualquiera está feliz.
Creo que ya estais entendiendo mi planteamiento. Pero si además de todo ello, tu exnovio es de los que habían vivido el ambiente en sitios cutres y otros lugares innombrables, tú seguro que le diste la posibilidad de recuperar el tiempo perdido. Imagina que le llevaste a Cool por primera vez en su vida, y se quedó epatado con los chulazos sin camiseta. Si no tuvo la oportunidad de dejar su torso al aire a los 20 años, seguro que le dejaste que lo hiciera ahora, y que disfrutara sin problemas. Si se hubieran portado así conmigo, también estaría feliz.
Si además de todo esto, le has brindado a todos tus amigos, y ha tenido la oportunidad de entablar amistad durante toda la relación con periodistas, arquitectos, abogados, economistas o ingenieros informáticos…con razón está feliz, le has abierto sus horizontes.
Pero de esto nos damos cuenta nosotros. La mayor parte de su felicidad radica en que ahora puede acostarse con quién quiera, sin la necesidad de dar explicaciones. ¡Qué felicidad!