La Germanotta dedica su último videoclip al erotismo gay, ¿coherencia o marketing?. De momento vemos cierta similitud con la irreverencia de Madonna tentando a San Martín de Porres. Se trata del tercer sencillo de The Fame Monster.
Casi nueve minutos de vídeo en el que se repite hasta la saciedad el nombre de «Alejandro», transcurren en un cabarette de postguerra, con mucha oscuridad, obra del fotógrafo de moda Stephen Klein. Las gorras de cuero, las medias de rejilla y los tacones a aguja son la indumentaria de los bailarines que animan el cotarro.
Este circo se ameniza con una coreografía a modo de desfile, con prendas de cuero,entre Riefenstahl y una fiesta Sleazy. Gaga se presenta como una diva, algo a lo que ya nos tiene acostumbrados, pero esta vez con monóculo de blonda y mantilla. Una mezcla entre Raquel Meller y la Princesa Leia.
Pero hay que provocar para llamar la atención, y la Germanotta no se lo ha pensado, se ha vestido de Santa Margarita de Alacoque versión rubber (fijaos en el hábito rojo) y se ha tragado un rosario.
Esta vez Gaga merece un cero por su lencería, de color sucio y varias tallas más grande de lo necesario, en algunos planos parece una de las mellizas de las hermanas Hurtado. Casi al final del vídeo se marca un número con pantalón de campana, que parece un homenaje a Rafaela Carrá. Su sujetador con ametralladoras en las copas no mejora este despropósito, y parece que se lo ha robado a Talía.
Al final pone el broche que ella considera un homenaje a los gays, varios planos velados con escenas de caricias entre hombres. A pesar de todo, ya es un éxito.