Me has robado un amigo del Facebook, esta es una de las acusaciones más comunes entre los gays hoy en día. La red social más importante del mundo se ha convertido en una web más de contactos entre hombres, y a veces en un patio de vecinas donde los gays se tiran los trastos a la cabeza.
Uno empieza haciéndose un Facebook, como todo el mundo, pero la cabra tira al monte, y cada vez agregamos a más chulazos, aunque no los conozcamos. Unas veces con posibilidades reales de ligar con ellos, pero otras como meros trofeos, y para sembrar la duda entre los demás «amigos» de Facebook de si nos los hemos tirado o no.
También están los súperchulazos que alimentan su ego admitiendo todas las solicitudes de amistad que les llegan, haciendo de su perfil de Facebook un escaparate de su físico y sus viajes. Pero no es oro todo lo que reluce. Todos hemos visto perfiles con la foto de un tio impresionante, y al agregarlo hemos comprobado que es una «trampa», sólo hay tres o cuatro fotos, que se pueden conseguir en cualquier parte, y cientos, a veces miles, de «amigos» que han caído en la trampa de estos perfiles «fantasma». Pero el ansia de coleccionar «amigos buenorros» no tiene límite.
Este modo de coleccionismo de perfiles de tíos cachas o morbosos hace aparecer la competencia. Es entonces cuando surge el «amigo vampiro de Facebook», que te vampiriza los contactos, en cuanto ve a uno de tus «amigos» que le gusta, se lo agrega e intenta boicotear cualquier avance tuyo por ligártelo.
Así las cosas, las sanciones entre los gays competidores son: te borro del Facebook, te bloqueo para que no veas a mis amigos… y un largo etcétera de represalias facebookeras.
Ya lo sabeis, si me robas un amigo, ¡te borro del Facebook!